Fot. Lu Silva Musso

El teatro uruguayo cuenta con varios embajadores cuyos montajes se pueden ver en todo el mundo. Entre ellos se encuentran Sergio Blanco, Gabriel Calderón y Marianella Morena, quien será la protagonista de este texto.

El camino de Marianella Morena hacia el teatro fue insólito. Ella viene del mundo rural, en su infancia aprendió a ordeñar y a cazar, en su casa apenas había libros. Cuando a los 16 años se mudó a Montevideo con su familia, muchas cosas la sorprendieron. Por ejemplo, los perros durmiendo en casa, el hecho de que la gente hable tanto y se abrace mucho, o finalmente un teatro al que nunca ha ido.

Con el paso de los años, se dio cuenta de que lo que podría haber sido su debilidad se convirtió en su fortaleza. Desarrolló habilidades diferentes a las de las personas de las grandes ciudades, porque experimentó el mundo de manera diferente. La conexión directa con la naturaleza y el deseo de probar inmediatamente todas las soluciones en la práctica caracterizan su carácter hasta el día de hoy. Esta información surge de una interesantísima conversación con Morena realizada por el investigador teatral argentino Jorge Dubatti en agosto de 2023 (la grabación puede verse en YouTube).

Aunque ahora se ocupa principalmente de la dirección y la escritura de las obras, la artista multidisciplinaria uruguaya también es actriz. Se educó en varios países y en 1993, gracias a una beca, también visitó Polonia.

Vi su nombre por primera vez mientras hojeaba el libro „Análisis de la dramaturgia contemporánea uruguaya”, escrito como parte de un gran proyecto dedicado a la dramaturgia en lengua española de diez países del mundo. Tuve la oportunidad de conocer a Marianella Morena en directo en otoño de 2022 en Madrid, donde presentó su espectáculo Muñecas de piel. Quería escribir unas palabras sobre ello, porque aunque duró sólo una hora, me causó una gran impresión.

La inspiración para la creación de la obra fueron hechos reales. En 2020 se revelaron en Uruguay casos de explotación sexual de menores por parte de personas en puestos expuestos: abogados, parlamentarios, docentes, directivos de empresas. Ha comenzado el proceso más famoso y mediático de la historia del país, denominado „Operación Océano”. Cuando Marianella Morena leyó en la prensa información sobre la primera víctima, una joven de 17 años encontrada muerta en un arroyo, esta imagen anidó en su mente. Tenía pesadillas con una niña que salía del agua. Cuando eso sucede, sé que no tengo escapatoria, me rendí y me puse a investigar, escribió en la introducción de Muñecas de piel.

A partir de entrevistas con muchas personas involucradas en la „Operación Océano” (víctimas, victimarios, abogados, policías), así como de artículos de prensa y libros, se generó material poético, es decir, el texto. Su camino hacia los escenarios no fue nada fácil, pues el precio por plantear un tema polémico en el teatro resultó ser la censura preventiva y un proceso judicial. Ganó el arte y la libertad de creación artística. Dos veces.

El estreno tuvo lugar en julio de 2021 en Sodre. Es el nombre de una institución cultural pública ubicada en Montevideo, que presenta arte y forma artistas. Luego el espectáculo se fue de gira y gracias a eso pude verlo en el escenario de los Teatros del Canal de Madrid, que es un teatro interdisciplinar y de moda con muchas producciones internacionales.

Muñecas de piel no es un espectáculo para débiles. Hay desnudez, violencia y actividades sexuales simuladas. Tres actores interpretan personajes híbridos. Sofía Lara (Jana) representa a las víctimas, Álvaro Armand Ugón (Daddy) representa a los imputados y Mané Pérez (Vera) representa la justicia. El espacio de juego consta de dos componentes: agua y tierra. En medio del escenario hay una bañera de la que sale agua. 2000 litros. El compromiso y dedicación de los intérpretes es enorme y el espectador siente un malestar casi físico al mirarlos. Sobre todo porque están mojados casi todo el tiempo.

Foto: Cecilia Moreira

En varias entrevistas la directora afirmó que para ella el agua simbolizaba la oscuridad y la profundidad del océano, pero también el elemento omnicomprensivo que nos empapa a todos. No se trata de hablar desde una posición de autoridad moral, sino de sugerir que la vida de una comunidad depende del comportamiento de todos los que la crean.

Morena admite que quería impactar al espectador, dejarlo sin aliento. Eficientemente. Sin embargo, esto no me sorprendió tanto como las escenas oníricas entrelazadas de manera extraña en este brutal espectáculo. Se trata en su mayoría de pasajes musicales o fragmentos que hablan de la naturaleza del teatro inspirado en la realidad. Como éste:

El nombre elegido para la obra era el verdadero, el de la víctima, pero por solicitud de las abogadas de su familia, fue retirado. Tanto para mí, como para el elenco, sentimos que moría otra vez, mientras estuvo con nosotros estaba viva, porque la escena logra eso, los personajes sobreviven a las personas, al tiempo histórico, y en cada intérprete reviven.

El público tiene entonces un momento para recuperar el equilibrio y prepararse para la continuación de la trágica historia de Jana y otras adolescentes que piensan que sus padres no se fijan en ellos, los maestros no los entienden y que ellas mismas no son lo suficientemente bonitas ni valiosas. Y esperan que unos zapatos nuevos o unos labios nuevos cambien eso. Como dice Vera: Ellas tienen apariencia de leopardo y esencia de conejo, es así. Para afuera muestran belleza y bienestar, que no coincide con lo que les sucede en su interior.

Foto: Cecilia Moreira

Morena mide bien las raciones. Aunque la sentencia dictada en el teatro es básicamente inequívoca, los acusados ​​también tienen derecho de voto. Daddy argumenta: Yo soy feminista, apoyo la libertad de la mujer, la igualdad en todo, por eso esto me parece un retroceso para ellas, que no puedan elegir, decidir sobre sus cuerpos, es medieval o musulmán, estamos en occidente, la revolución francesa fue para algo, ¿no?

Los actores entran y salen de sus roles comentando sus acciones. Este juego se desarrolla de principio a fin y el espectador, bajo la influencia de la mirada de los actores, debe preguntarse sobre el lado oscuro de la naturaleza del ser humano que puede justificar todo a su favor.

Durante la conversación ya mencionada Dubatti preguntó a Morena si pensaba en sus espectadores. Ella respondió que siempre miraba a la platea cuando veía sus puestas en escena, porque allí se llevaba a cabo otro espectáculo. El público cada vez define de forma diferente el significado y los matices del montaje. Además crea su propia tensión dramática y eso es fascinante. También porque el director no tiene control sobre ello, que pierde cuando terminan los ensayos. A Morena también le interesa un espectador activo y participante que pueda reaccionar con sus provocaciones e intervenir en el curso de la acción. La directora cree que el público del siglo XXI tiene precisamente esa necesidad: comunicarse con el teatro desde el nivel de su sensibilidad y sentirse parte activa de la obra de arte.

Las fotos provienen del sitio web de la Fundación Teatro a Mil.